martes, 11 de octubre de 2011

Chuches, pelis, y paredes de colores.

Hacía tiempo que aprendía a disfrutar de sí misma, de su soledad.

En un pasado no muy lejano habría llorado al pensar que vivía lo que vivía como lo vivía, pero ahora no, ya no. ¿Se estaba haciendo fuerte? No sabía lo que era, pero algo estaba cambiando.

¿Quién no ha imaginado la típica escena de una pareja pintando su casa? Yo te mancho con la brocha, tú con el rodillo, nos peleamos, jugueteamos, tonteamos, nos besamos... Evidentemente, eso era mucho más interesante y apetecible que pegarse el palizón de turno pintando sola toda su casa, y que acabar con una alergia infinita a los disolventes y a la pintura de imprimación... Pero ya no le importaba. 
No se había dado cuenta hasta ese momento de que había superado barreras, de que estaba creciendo, de que su corazón era fuerte y su cabeza independiente.
Prefería elegir los colores de cada pared a su gusto, escribir en ellas, pintar encima, bailar como una loca rodillo en mano con la música altísima de fondo, sin importar que el vecino se quejase o la vecina asomase disimuladamente la cabeza por la ventana de la cocina para cotillear.

Había aprendido que las noches de pelis y chuches también eran geniales sin un hombro sobre el que quedarse dormida o sin un brazo al que hacer cosquillas. Podía ver pelis moñas sin tener que ver después una de sangre y patadas, podía dar cuantas cabezadas quisiera sin que nadie se quejara, y tenía toooodos los tiburones negros (sus preferidos) de la bolsa para ella sola.
Claro que también había contras, y es que babearse su propio brazo mientras dormía era bastante más incómodo que babear uno ajeno...

Vivir sola se había convertido en un reto que jamás pensó querer cumplir sin alguien a su lado. Pero hoy estaba encantada de convivir con su propio "Yo" y se moría de ganas por disfrutar de cada segundo.

No, no habría cambiado hacer todo lo anterior con una media naranja, un medio limón o una media lechuga, por hacerlo ella sola, pero el gran paso era que hacerlo sola ya no le importaba, y hasta le gustaba. 

Estaba aprendiendo a descubrir el placer de las pequeñas cosas, y estaba contenta. Contenta porque, sin darse cuenta, por fin estaba preparada para quedarse sin respiración, para que sus rodillas, otra vez, volviesen a temblar cuando fuese el momento.

Por ahora, seguía feliz, sin ninguna prisa, decorando su nuevo espacio en su mente y en la realidad, y soñando con esas paredes de colores...

Descubriéndose a sí misma...

Avanzando sin pensar.

miércoles, 5 de octubre de 2011

De miradas ajenas y cristales de colores.

En ocasiones, haciendo limpieza de cajones y corazón, encuentras cosas como ésta, que te demuestran una vez más que el color sólo depende del cristal por el que miras.
Hay cristales fríos, oscuros, rotos, opacos, feos... pero también hay cristales de colores. Por eso a mi me gusta tanto girar el caleidoscopio...


"Cuando alguien se refería de esa forma hacia ella, ella siempre contestaba: "define loca".
Al final iba incluso hasta a creérselo.

Tonta sí, porque tonterías sí tenía, ¿ves? De esas que la hacían especial, muchas. 
Gracias con gracia y sin gracia. 
Salidas de tono, pero también mucha vergüenza demasiadas veces.
Su sonrisa: siempre. Sonrisas que "son-risas", porque ella siempre se reía de todo.


Hablaba sin parar, generalmente cuando estaba nerviosa. Mucho y muy rápido. Tanto que a veces llegaba a bombardearte no imaginas hasta qué punto. Pero casi siempre era interesante escucharla. Aunque más de una vez se hacía un lío porque su cabeza pensaba con más rapidez de la que la velocidad de su lengua podía permitirle, y acababa enredándose, repitiéndose, y diciendo cosas sin sentido. Pero cuando no estaba nerviosa, hasta sus silencios resultaban cómodos.

Había aprendido a vivir con cada latido, y eso estaba bien, pero más de una vez le trajo problemas.


Divertida. 
Ingeniosa como pocas chicas vi. Era capaz de coger cada una de mis coñas de humor inteligente al vuelo.
Con una vida interior que poca gente comprendía y que la hacía tan interesante, tan auténtica.


A menudo me hacía enfadar porque le gustaba que le riñese. Siempre necesitó una figura autoritaria que de vez en cuando le salpicase con algo de seriedad.


¿Desvirtuada? Ella decía que sí, y yo pensaba: "apasionada".


Con memoria de elefante igual que su "trompita", de la que siempre se quejaba pero que yo veía perfecta. Inteligente, musical, con una voz tan peculiar que me encantaba.
Se volvía loca cantando en el coche, y le daba igual que en los semáforos el resto de conductores la mirasen perplejos.


Ponía corazón en todo lo que hacía, otra de las cosas que le dio más de un problema.


Borde: la que más.


Defectos, muchos.


Una mala leche increíble. Tanto que cuando se enfadaba amenazaba con convertirse en "el humo negro" de "Lost".


Insegura, tímida, caminaba siempre altiva y mirando al frente, dando la sensación de ser engreída, pero era todo lo contrario.


Sencilla...


Llorona casi siempre y débil en ocasiones.


Contradictoria. Veleta. Camaleónica. Fugaz.




Que había perdido el norte lo escuchó más de una vez.. pero ella siempre contestaba que quizás lo perdió cuando le sacaron las muelas del juicio.. o quizás jamás lo tuvo porque nació en el sur.


Te preguntarás por qué la describo en pasado. No lo sé, supongo que queda más bonito. O tal vez después de tanto tiempo ya no es la misma de antes... Yo ya no lo sé. Pero no lo creo, porque para mí es de esas personas que, para bien o para mal, jamás perderá su esencia."