miércoles, 9 de noviembre de 2011

Hoy es uno de esos días...

Hoy es uno de esos días en que no sé por dónde empezar pero sé que tengo mucho que decir, uno de esos días en que borro una y mil veces la misma línea, y reescribo, y no me gusta, y cierro, y descanso, y abro, y leo...

Caminaba hacia casa con un kleenex en la mano, cuando un impulso reveló mi intención de tirarlo al suelo y, automáticamente, otro impulso encogió mi brazo y me dirigió a la papelera. No pensé nada, simplemente lo hice. ¿Será tan fuerte nuestro subconsciente como para guiarnos de tal modo y tener las conductas tan bien aprendidas? No sé si va o no por ahí la cosa... Cada vez me apetece más "tocar" mi carrera frustrada (Psicología)... Pero claro, es que ADE "tenía más salidas"...

El caso es que esto no era sobre lo que yo quería escribir, pero ya conocéis mi manía de irme por las ramas con cosas que no vienen a cuento...

Me encantaría que alguien me psicoanalizara. Creo que me ofreceré voluntaria para las prácticas de algún aspirante a psicólogo...

Hoy alguien muy importante para mi me ha dicho que aprendió que tu futuro te lo creas tú mismo, y que debes ser consecuente. Yo siempre estuve bastante de acuerdo con esa postura, pero últimamente empiezo a creer que sí existe algo que te lleva por un camino determinado. No sé bien qué es: si destino (aquello que yo siempre asumí que era una palabra inventada con el fin de eximirnos de responsabilidad a la hora de buscar culpables cuando algo no nos gustaba), falta de ganas, ausencia de motivación... no lo sé.

Toda la vida eligiendo caminos, y no siempre acabas siguiéndolos. Cambian tus ideales, tus necesidades, tus prioridades, o cualquier otro factor que te hace tirar hacia otro lado.

Hasta hoy vivía casi convencida de un determinado aspecto de mi vida... pero parece ser que el Universo tiene su plan, y si llega un momento en que te acercas demasiado a algo que no está planeado para ti, él mismo, como sea, evita que te quemes.

En los últimos dos años mi filosofía ha dado un giro de 180 grados, y he acabado por subirme al carro de los optimistas, al de "lo mejor está por llegar" al de "todo sucede por una razón"... sí, mirándolo por el otro lado, al carro de los cómodos, al carro del "destino". Y no sé si han sido hechos contundentes los que han girado mi caleidoscopio, o simplemente he sido yo, porque me resulta más beneficioso (volvemos a la teoría de la búsqueda del máximo beneficio... lo mire por donde lo mire, yo siempre lo veré todo así).

Pensé que podía avanzar, que había superado barreras, y supe que no era así cuando descubrí que no había dejado de buscar tus ojos en cada mirada.

Quizás algún día me entienda a mí misma, quizás algún día me entere de algo... o no, quizás no.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Hasta la mismísima... peineta!!

El día que la conocí un poquito más decidí escribir un post sobre ella.. Lo que pasa es que mi ajetreada vida y mi vecino de enfrente no me habían dejado tiempo para publicarlo.
Me disponía a ver un capítulo de Pretty little liars y a dormir plácidamente calentita, pero me he pasado por su blog y he encontrado algo que me ha hecho mucha gracia, así que me voy a adelantar y voy a publicar hoy lo que le escribí, en vez de dejar pasar unos días desde mi última entrada.

"Cuántas veces habéis estado hasta los mismísimos de algo, de alguien, de lo que sea...??


Yo estaba en una situación parecida. Se me cerraban los ojos porque empezaba a echar de menos mi dosis de cafeína diaria cuando de repente... iluminación!! "Trabajad en grupos" dijo la voz aburrida de fondo que me acompañaba durante las dos últimas horas...
Gracias!! Me has salvado, don profesor, o en breve habría dado un buen cabezazo sobre el escritorio.


No nos conocemos demasiado, más bien nada, pero entre comentarios y risas descubrí que yo no era la única persona que tenía un blog y le daba vergüenza hablar de él.


Ella, la chica sentada enfrente, es la típica que no pasa desapercibida en ningún grupo de gente. Es alguien a quien seguramente más de una vez llamaron loca, de esas que hacen gracias con gracia y cuyos comentarios son como aire fresco mientras se te cierran los ojos de aburrimiento a la hora de la siesta... Pues imaginad mi sorpresa cuando descubrí que se dedicaba ni más ni menos que... a hacer peinetas!!


Yo no sabía qué cara poner!! Me pareció algo súper chulo pero por otra parte me la imaginaba posando para su blog con una peineta a lo Lola Flores, intentando a la vez que se hacía ella misma la foto que no se le viese la cara, y me costaba asimilar de qué modo se dedicaría a fabricar tales "cacharros"...


No pienso desvelaros nada, porque quiero que lo veáis para que os quedéis igual de sorprendid@s que yo. Y es que sus peinetas son, como ella, aire fresco!!"


http://lamismisimapeineta.blogspot.com/



Y así, sin más, la vida te da una lección...

Salía a dar un paseo, como cada tarde de otoño, sin importarle la lluvia.

Esa misma mañana habíamos compartido el incómodo trayecto en ascensor hablando sobre el tiempo...
Había subido a cambiarse de chaqueta.

Llegaba tarde, pasada ya la hora del café, y cerró la puerta deprisa con el ronroneo de sus gatos de fondo.

No sé cuánto tiempo llevaba allí tirado, sangrando, cuando le encontraron en la misma puerta de aquel ascensor.

Eran las cinco de la tarde y Sebastián yacía inconsciente en el rellano, con la boca ensangrentada. Un vecino que se disponía a dar su otro paseo habitual le encontró fuera de sí, debatiéndose entre el suelo frío de su escalera y cualquier otro extraño lugar.

Seis policías nacionales, una ambulancia y un médico, diagnosticaron minutos más tarde un infarto cerebral leve.

Sebastián era un hombre de cincuenta y pocos años, separado y con dos hijos, que vivía únicamente en compañía de sus dos gatos.

Ese mismo día, a las once y media de la mañana, hablaba conmigo de un noviembre lluvioso, y seis horas después parecía haber perdido su vida.

Yo sólo puedo pensar en qué habría pasado si en lugar de caer en la puerta del ascensor hubiese caído en el suelo de su baño, o de su pasillo, o de su comedor, o de su cuarto...
¿Habría alguien notado su ausencia? ¿Se habría alguien percatado de algo? Y, lo más importante, ¿habrían llegado a tiempo?

Y estas historias en primera persona que no son ficción hacen que me plantee las cosas de otro modo. No tiraré la casa por la ventana, pero, desde luego, evitaré perderme cada momento de mi vida.

Yo no sé qué fue lo que hizo que Sebastián naciese de nuevo, no sé si fue eso que algunos llaman destino, si fue que "no era su momento", o simplemente fue una casualidad aliada con un golpe de suerte... Lo que sí sé es que éstas son las lecciones que nunca se olvidan, las que el universo nos manda con sus señales.

Y es por eso que hoy me paro y pienso: Vive, ama, disfruta.